Menos de un mes después, un nuevo escándalo.
El gobierno del primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, fue sacudido este martes por una crisis de consecuencias imprevisibles, iniciada por el escándalo sexual en el que se vio involucrado Chris Pincher, un parlamentario conservador cercano al premier.
El ministro de Hacienda, Rishi Sunak, y el ministro de Salud, Sajid Javid, fueron dos de los primeros en renunciar la noche del martes, poniendo en tela de juicio la competencia de Johnson para liderar el país.
Sunak argumentó que los ciudadanos esperan que el gobierno sea dirigido de una forma “apropiada, competente y seria”; mientras que Javid afirmó que el gobierno no estaba “actuando en el interés nacional”.
Ambas dimisiones avivaron las expectativas de que el gobierno británico pueda caer próximamente.
Final de Recomendamos
La mañana del miércoles, el ministro de Infancia y Familias, Will Quince, se unió a Sunak y a Javid, y envió una carta a Johnson anunciando su renuncia, después de que el lunes le dijera a los medios que le habían garantizado que el primer ministro no estaba al tanto de una serie de denuncias contra Chris Pincher.
Más tarde se supo que eso no era cierto.
Poco después el ministro del Tesoro, John Glen, se sumó a la serie de renuncias.
En menos de 24 horas, cerca de 20 funcionarios han abandonado sus cargos, entre ellos también se encuentran el procurador general Alex Chalk y Laura Trott, secretaria parlamentaria en el Departamento de Transporte.
“Después de toda la sordidez, de todo el fracaso, está claro que este gobierno conservador se está derrumbando“, señaló el líder del Partido Laborista, Keir Starmer.
Por su parte, el jefe del Partido Liberal Demócrata, Ed Davey, calificó el mandato de Johnson como un “gobierno de caos que le ha fallado al país” y le conminó a renunciar.
Estos llamamientos ocurren menos de un mes después de que el primer ministro enfrentara una moción de censura en el que 41% de los legisladores de su propio partido votaron contra él.
El ministro de Hacienda, Rishi Sunak, era una de las figuras de más peso en el gabinete.
Aquel intento de destituirlo tuvo lugar después de que salieron a la luz pública fotos y pruebas de encuentros y celebraciones en la sede del gobierno mientras el resto del país se encontraba confinado por las restricciones impuestas por el propio gobierno de Johnson durante la pandemia de covid-19.
BBC Mundo te responde las preguntas clave sobre este nueva crisis que amenaza con hacer colapsar el gobierno de Johnson.
El pasado 30 de junio, el diario británico The Sun publicó una información según la cual el entonces subjefe de la bancada del Partido Conservador en el Parlamento, Chris Pincher, había manoseado a dos hombres en un club privado en Londres.
Pincher, quien había sido nombrado en ese cargo por Johnson en febrero de este año en medio de una reorganización del Ejecutivo, renunció inmediatamente.
A los pocos días, los medios británicos publicaron información sobre al menos otros seis casos de supuesta conducta sexual inapropiada por parte de Pincher ocurridos en los últimos años.
Pincher, quien fue suspendido por el Partido Conservador, ha pedido disculpas y ha dicho que cooperará plenamente con las investigaciones sobre su conducta y que está buscando “apoyo médico profesional”.
Aunque el primer ministro británico no es quien ha incurrido en conductas sexuales inapropiadas, el escándalo de Pincher lo coloca en una situación difícil debido a que se está cuestionando su buen juicio así como la transparencia con la que el gobierno ha manejado el caso.
Los señalamientos conra Chris Pincher han abierto un nuevo frente de batalla para Boris Johnson.
El pasado 1 de julio, la oficina del gobierno le dijo a la prensa que Johnson no sabía que hubiera acusaciones contra Pincher antes de su nombramiento.
El portavoz del gobierno dijo que el primer ministro no era consciente de “acusaciones específicas” sobre Pincher.
Esa fue la misma línea que mantuvieron en los días siguientes varios miembros del gabinete.
Sin embargo, el 4 de julio, el portavoz del mandatario dijo que Johnson conocía sobre “acusaciones que fueron resueltas o no progresaron hasta la fase de queja formal” y que no se había considerado apropiado detener el nombramiento de Pincher debido a “acusaciones no sustentadas”.
Esa misma tarde, sin embargo, la BBC reveló que Johnson había sido informado sobre una queja formal sobre el “comportamiento inapropiado” de Pincher, mientras este trabajó en el ministerio de Exteriores entre 2019-2020.
Esta queja llevó a un proceso disciplinario que confirmó que sí hubo un comportamiento inapropiado.
Posteriormente en una entrevista con la BBC, Johnson dijo: “Hubo una queja que me hicieron llegar a mí específicamente… fue hace mucho tiempo y me la presentaron de forma oral. Pero eso no es excusa, yo debí haber actuado a partir de ella”.
El primer ministro calificó como “un error” haber nombrado a Pincher, de quien dijo que se había comportado “muy, muy mal”, por lo que pidió disculpas a las personas afectadas.
“Todo esto se trata de una cosa: la verdad”, señala Chris Mason, editor de Política de la BBC al analizar la crisis en marcha en el gobierno británico.
El llamado “Partygate” dañó la credibilidad del gobierno de Johnson.
“Al margen de la marejada de detalles y acusaciones, todo se reduce a si la gente puede creer lo que dice el número 10 (como se llama coloquialmente al Ejecutivo británico)”, agrega.
Y es que la respuesta del Ejecutivo al escándalo de Pincher ha ido cambiando progresivamente a medida que han ido surgiendo otros elementos, como ocurrió durante el llamado “Partygate”, el caso sobre las fiestas realizadas en la sede del gobierno durante el confinamiento por el coronavirus, en el cual finalmente se comprobó que incluso Johnson había asistido a alguna de estas reuniones sociales.
“Las preguntas se refieren a lo que Boris Johnson sabía y cuándo lo supo. Y las respuestas siguen cambiando, a menudo en respuesta a hechos incómodos que demuestran que su anterior defensa era una basura, o al menos no tan sincera como podría haber sido”, señala Manson.
En teoría, tras haber sobrevivido a la moción de censura en su contra hace apenas un mes, Boris Johnson está protegido de otra iniciativa semejante durante un año.
Esto se debe a que así lo establecen las reglas actuales del Comité 1922, el grupo que agrupa a los legisladores comunes del Partido Conservador británico. Estas señalan que ese es el periodo que debe transcurrir para poder volver a someter a cuestionamiento al líder del partido.
Sin embargo, los críticos de Johnson quieren aprovechar la convocatoria para renovar a la directiva de ese comité para intentar tomar el control del mismo y cambiar esa regla para hacer posible una nueva moción de censura.
Fuente de la imagen, PA
Johnson flanqueado por los dos ministros salientest, Rishi Sunak (dcha) y Sajid Javid.
El legislador conservador Andrew Bridgen, uno de los más críticos con Johnson, le dijo a Sky News que espera que la nueva directiva esté a favor del cambio de esa regla y que así se pueda eliminar esta limitación antes de las vacaciones de verano.
Consultado por la BBC sobre la viabilidad de este cambio en la normativa, Sir Graham Brady, actual jefe del Comité 1922, dijo que “técnicamente es posible”.
En la votación ocurrida hace un mes, Johnson obtuvo 211 votos a favor y 148 en contra.
Sin embargo, su situación política se ha deteriorado más en los últimos días con el escándalo de Pincher, primero, y ahora con las renuncias en su gobierno.
Otro mecanismo que podría llevar a la salida de Johnson es que se convoque un voto de censura en el Parlamento, en el cual los legisladores de todos los partidos puedan participar.
Esa iniciativa ya ha sido propuesta por los Liberales Demócratas, pero para que pueda prosperar necesitaría ser presentada por el Partido Laborista y el gobierno tendría que estar de acuerdo en que se incluyera en la agenda del Legislativo.
La ministra de Cultura, Nadine Dorries, ratificó que está 100% junto a Johnson.
También es posible que sigan produciéndose renuncias dentro del gabinete que aumenten la presión política sobre Johnson para que renuncie.
Pero hay varios ministros que ya han ratificado su confianza en Johnson. Entre estos se incluye la ministra de Cultura, Nadine Dorries; la ministra de Interior, Priti Patel, y el ministro para la oportunidades del Brexit, Jacob Rees-Mogg.
Finalmente, existe la posibilidad de que el mandatario británico logre capear el temporal adverso como ha hecho en crisis anteriores que ha enfrentado su gobierno, aunque los analistas coinciden en que se le está acabando el tiempo.
Análisis de Ione Wells, Corresponsal en Westminster, BBC News
Los parlamentarios y ministros conservadores están hartos de que no se les diga la verdad y, como resultado, se les haga quedar como tontos en la televisión y la radio.
Will Quince, cuando tuvo que defender al gobierno por el nombramiento de Chris Pincher, dijo a los medios que recibió una “garantía categórica” de que el primer ministro no estaba al tanto de ninguna “acusación seria y específica” cuando nombró a Pincher.
Esto resultó no ser cierto.
El primer ministro admitió más tarde que estaba al tanto de una denuncia formal sobre Pincher cuando era ministro del Ministerio de Relaciones Exteriores en 2019.
Quince renunció este miércoles y dijo que “aceptó y repitió las garantías el lunes a los medios de comunicación que ahora se ha descubierto que son inexactas”.
A él se unieron el ministro junior Robin Walker y Laura Trott, anteriormente secretaria privada parlamentaria de transporte, quien también dijo que renunciaría porque se había perdido la confianza en la política.
Aquellos que se mantienen leales al primer ministro ahora enfrentan un desafío incómodo.
Deben defender por qué sienten que es aceptable que el gobierno de Johnson ordenara a sus ministros que dijeran una cosa, antes de cambiar de posición días o incluso horas después.
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