Todo depende de la perspectiva. Empiezo con una frase obvia porque hay quienes satanizan al fútbol y lo tildan del “opio del pueblo” por haber sido utilizado en múltiples ocasiones para desviar la atención de un puñado de la sociedad de las problemáticas engendradas por los gobernadores de turno. Y hay quienes hemos visto en el deporte más popular del mundo un canal para comprender al ser humano, para aprender de historia, política e incluso geografía.
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Es el fútbol para personas como yo un canal de aprendizaje. Y pretender ignorar que a veces este deporte está determinado por el contexto que lo rodea es casi una necedad. Los ejemplos de los mundiales en los que ha participado Colombia y los contextos que rodearon estos episodios sirven para ilustrar mi afirmación, incluso los libros de Eduardo Galeano de El fútbol a sol y sombra y de Cerrado por fútbol también demuestran cómo es posible narrar los sucesos del mundo por medio de los goles, los torneos y las hinchadas.
A propósito de los 60 años de la primera participación de la selección de Colombia en un mundial, que en ese entonces fue el de Chile 1962, haremos un breve repaso por el contexto histórico y político que permeó cada participación del combinado nacional en la máxima cita del fútbol internacional.
El primer mundial para Colombia. El artífice fue Adolfo Pedernera, que llegó una década atrás a nuestro país como una de las estrellas provenientes de Argentina por la huelga de jugadores. El ídolo del Millonarios de El Dorado fue luego director técnico y uno de los precursores de la identidad de nuestro fútbol.
Hace 60 años Colombia participó en su primer Mundial. Desde entonces buscamos una identidad que parece difusa. Primera entrega de un recorrido por los héroes, equipos y escuelas que moldearon nuestro estilo. ¿A qué jugamos?https://t.co/RufBfnTRku pic.twitter.com/bR8SHxqtQn
Fue un 30 de mayo que Colombia debutó en ese mundial contra Uruguay, en un partido que culminó 2-1 a favor de los charrúas. Ambas selecciones habían quedado en el grupo A con la Unión Soviética y Yugoslavia.
En Colombia el fútbol quedó destinado como un factor distractor, pues además de la pasión que despierta, cada vez que hay mundial también hay votaciones presidenciales. En ese entonces, Alberto Lleras Camargo, que inició en 1958 atrás el período del Frente Nacional -que duró hasta 1972 y que consistió en la alternancia del poder entre liberales y conservadores-, terminó su segundo episodio como presidente -el primero fue en 1945- y dio paso a Guillermo León Valencia, político conservador.
En el mundial, en su segundo partido, Colombia enfrentó a la Unión Soviética, en un partido en el que se hizo historia. Si bien no se ganó, Marcos Coll marcaría el primer gol olímpico en un mundial, y nada más ni nada menos que a Lev Yashin, la famosa ‘Araña Negra’, que era uno de los arqueros más reconocidos de la época.
Justamente a nivel mundial, la Unión Soviética era uno de los países protagonistas en el orden internacional por la llamada Guerra Fría, que justamente en ese 1962 tuvo uno de sus peores momentos por la llamada crisis de los misiles. En aquel entonces, los soviéticos instalaron misiles en Cuba, uno de sus aliados, lo que provocó la reacción de Estados Unidos, que representaba el mundo capitalista, y el traslado de navíos a la isla. Fue ese, quizá, el momento más cercano a una nueva guerra mundial por la tensión entre ambas naciones.
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Colombia jugó su tercer partido de Chile 1962 contra Yugoslavia, en un juego en el que la tricolor cayó goleada 5-0 y, por ende, quedó eliminada del certamen con dos derrotas y apenas un empate. Una unidad, cinco goles a favor y 11 en contra fue el registro del combinado nacional en un año en el que Argelia lograría su independencia y terminaría la guerra con Francia, así como en Israel se llevó a cabo el juicio contra Adolf Eichmann, uno de los líderes del nazismo, que quedaría, entre otras cosas, registrado en el libro La banalidad del mal, de la filósofa Hannah Arendt.
Alguna vez dijo Jorge Luis Borges que “ser colombiano es un acto de fe”, y parece ser cierto porque cuando hay motivos para sentirnos orgullosos y ser felices, la misma realidad de la que somos cómplices nos dice que no es posible, que se puede siempre superar la tragedia anterior y esta puede ser a su vez vencedora de las pequeñas esperanzas.
La época dorada del fútbol colombiano fue un bálsamo, pero a la vez se vio eclipsada por el contexto. Fue el auge del narcotráfico y el comienzo de lo que sería una de las décadas más violentas en el país.
Los 80′s terminaron con la inmersión del narcotráfico en el fútbol colombiano. América, Millonarios y Nacional tuvieron entre sus dirigentes a varios capos de la mafia. La Copa Libertadores que ganaron los verdolagas en 1989, que fue la primera para el país, estuvo empañada por el miedo de hinchas, árbitros y jugadores de visitar nuestro territorio por las aparentes amenazas de los narcos para favorecer los resultados de los equipos nacionales.
En el mundo, el comienzo de la década de los 90 estuvo marcada por el fin de la Unión Soviética con la caída del muro de Berlín. Un nuevo orden parecía nacer en Occidente. En Yugoslavia la guerra duró años. En Chile volvió la democracia y, en general, parecía que atrás quedaban las épocas de las dictaduras del Cono Sur.
La alianza del fútbol con el narcotráfico, o mejor, esa vía que hallaron los capos de la mafia para legitimar su presencia por medio del deporte, terminó viéndose en la selección de Colombia de la década de 1990, esa que sentó un precedente, que fue mito y leyenda de la historia nacional por definir una identidad de juego y ofrecerle a todo el país el anhelo de ser protagonistas por algo más que no haya sido la violencia.
Fueron los períodos presidenciales de César Gaviria, Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Fue la década de la fuerza que tomó el paramilitarismo; del exterminio del partido de la Unión Patriótica; del asesinato de tres candidatos presidenciales para las elecciones de 1990 (Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro); del proceso de paz con el M-19, de la Constitución Política de Colombia y del recrudecimiento de la guerra, precisamente por los enfrentamientos entre paras, guerrilla, narcotraficantes y fuerza pública.
Tan crítica era la época de la violencia, que justamente Eduardo Galeano en el contexto que dio de los mundiales de Italia 1990 y Estados Unidos 1994 mencionó lo que pasaba en Colombia. En El fútbol a sol y sombra, el uruguayo escribió: “En Colombia caía asesinado Bernardo Jaramillo, candidato presidencial de la izquierda, y la policía acribillaba desde un helicóptero al narcotraficante Rodríguez Gacha, uno de los diez hombres más ricos del mundo”. Y más adelante, en el capítulo “El pecado de perder”, dijo: “Unos meses antes de que comenzara el Mundial del 94, se difundió el informe anual de Amnistía Internacional. Según Amnistía, en Colombia «centenares de personas fueron ejecutadas extraoficialmente por las fuerzas armadas y sus aliados paramilitares en 1993. La mayoría de las víctimas de las ejecuciones extrajudiciales eran personas sin relaciones políticas conocidas».
El informe de Amnistía Internacional también destapó la responsabilidad de la policía colombiana en las operaciones de limpieza social, eufemismo que encubre el sistemático exterminio de homosexuales, prostitutas, drogadictos, mendigos, enfermos mentales y niños de la calle. La sociedad los llama desechables, que es como decir: basura humana que merece la muerte”.
En 1990 el mito encontró su punto cumbre con el gol de Freddy Rincón contra Alemania Federal. En la primera jornada del mundial de Italia, la selección dirigida por Francisco Maturana logró debutar con victoria 2-0 frente a Emiratos Árabes Unidos; luego enfrentaron a los bávaros en un juego que quedó 1-1 con el tanto del ‘Coloso de Buenaventura’ sobre el final del compromiso; ya en la tercera fecha cayeron 1-0 contra Yugoslavia. En los octavos de final, Colombia quedó eliminada al perder con Camerún por 2-1.
Cuatro años después, de nuevo con referentes como René Higuita, Andrés Escobar, Carlos ‘El Pibe’ Valderrama, Freddy Rincón, Adolfo ‘El Tren’ Valencia, Faustino Asprilla, entre otros, Colombia llegaba con aire en la camiseta tras el épico episodio del 5-0 contra Argentina en las eliminatorias.
Pelé había dicho que Colombia jugaba el mejor fútbol del mundo para ese entonces. Esa fama no se pudo controlar y la confianza se excedió. Nos hicimos favoritos sin haber jugado. Dos derrotas y una victoria dejaron al combinado nacional por fuera del mundial de Estados Unidos en la fase de grupos. El debut fue derrota de 3-1 contra Rumania; en la segunda fecha volvieron a caer contra los locales por 2-1 y en la última jornada vencieron a Suiza por 2-0, pero no les alcanzó.
“La vida no termina aquí”, dijo Andrés Escobar después de anotar el autogol con el que Colombia perdió contra Estados Unidos. Y aunque las versiones del asesinato son múltiples, 10 días después de ese partido, el defensa central fue asesinado en Medellín. Más allá de las verdaderas razones del crimen, la violencia tocó una fibra que parecía que no se había tocado en el mundo del deporte, y muchos hinchas sintieron que no solo había muerto el ‘3′ de la selección, sino también el fútbol en Colombia.
Todo era narcotráfico. El período presidencial de Ernesto Samper se vio empañado por el proceso 8.000 y las grabaciones de los narcocasetes en los que Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, jefes del Cartel de Cali, manifestaron su apoyo a la campaña del político liberal.
El ocaso de la época dorada de la selección de Colombia se dio en 1998 cuando volvieron a quedar eliminados en fase de grupos del Mundial de Francia. Una derrota contra Rumania en la primera fecha, una victoria contra Túnez en la segunda y otra caída contra Inglaterra por 2-0 en la última jornada. La generación de las épicas y las añoranzas empezaba a desaparecer.
Andrés Pastrana, de tradición conservadora, llegó a la presidencia con un reto que no pudo superar. El aumento de masacres por guerrillas y paramilitares aumentaron, y otro intento de proceso de paz con las Farc resultó fallido. La silla vacía en San Vicente del Caguán quedó como un símbolo del fracaso del presidente, y una necesidad casi que urgente por la llegada de un dirigente que devolviera la seguridad y el orden al país.
Colombia ganó la Copa América en 2001 en medio de un contexto de mucha violencia. Al año siguiente Álvaro Uribe Vélez llegó a la presidencia. La política de la seguridad democrática se estableció por años y fue el nacimiento del uribismo, un fenómeno que hoy por hoy tiene eco e incidencia en el país.
Once Caldas volvió a traer la gloria continental en 2004 al ganarle la Copa Libertadores a Boca Juniors; la selección sub-20 ganó el sudamericano en 2005 y el fútbol femenino empezó a aparecer en las canchas de Colombia. No mucho más pasó en el balompié nacional entre 1998 y 2014.
Nombres como Mario Alberto Yepes, David Ospina, Radamel Falcao García, James Rodríguez, Juan Fernando Quintero, Juan Guillermo Cuadrado, David Zuñiga, Pablo Armero, Abel Aguilar, entre otros, fueron apareciendo en nuestro fútbol y terminaron siendo determinantes para el regreso de Colombia a un mundial.
Uribe es, quizás, el mayor fenómeno político del país en los últimos 20 años. El dirigente antioqueño fue reelegido en 2006. Un proceso de paz con las Autodefensas Unidas de Colombia y el escándalo de los mal llamados “falsos positivos” -asesinatos extrajudiciales a jóvenes para hacerlos pasar como bajas en combate- fueron dos hechos que se quedaron en la memoria en el período presidencial de Uribe, que luego pondría a Juan Manuel Santos, su ministro de defensa en su segundo mandato, como presidente.
Santos fue tildado como traidor por el uribismo, pues con el paso de los años le apostó a un proceso de paz con la guerrilla de las Farc. Su proyecto político, que derivó también en su reelección en 2014, le costó varios enemigos y una polarización que sigue vigente en Colombia.
La esperanza parecía tener un nuevo capítulo y una nueva cara. Para algunos era una nueva época por el camino que empezó en 2012 entre el gobierno Santos y la guerrilla de las Farc en un proceso de paz que duraría cerca de cuatro años. Y con el fútbol se dio con el proyecto de José Néstor Pékerman, que fue el artífice de las clasificaciones de Colombia a los mundiales de Brasil 2014 y Rusia 2018.
Colombia clasificó a 2014 en una tarde inolvidable en el estadio Metropolitano de Barranquilla. Un empate bastaba. El combinado nacional terminaba el primer tiempo contra Chile perdiendo 3-0. En la segunda mitad, un gol de Teófilo Gutiérrez y dos de Radamel Falcao García -que por esa época era uno de los mejores delanteros del mundo-, le dieron a la tricolor su tiquete al vecino país y su retorno a un mundial.
Fue la mejor participación de Colombia en la máxima cita del fútbol. Terminó primera de su grupo al vencer a Grecia por 3-0, a Costa de Marfil por 2-1 y a Japón por 4-1. En octavos de final, el combinado nacional derrotó a Uruguay por 2-0 con un golazo de James Rodríguez de media distancia, que fue el mejor tanto del certamen; en cuartos de final, la tricolor cayó con los locales por 2-1. Un mundial que fue una especie de idilio. Pocas tusas han dolido tanto como la de esa derrota con Brasil. Quedó el gol de James para el recuerdo, que fue además el máximo goleador de esa edición.
La paz no llegó, pero parece que se conoció un poco más por la firma del fin de las Farc en 2016. Una tusa peor que la del fútbol en 2014 parece que se dio cuando el plebiscito por la paz la ganó el no, liderado por el uribismo. Aunque el acto se tildó de arbitrario, Santos terminó firmando el proceso unos meses después con las adecuaciones que hicieron basándose en los pedidos de la oposición.
El uribismo fue perdiendo fuerza y la izquierda colombiana parecía sentar un proyecto de nación y gobierno liderado por Gustavo Petro, que pasó a ser la oposición de la derecha que, en 2018, puso a Iván Duque como presidente.
Pékerman logró de nuevo su cometido con la selección de Colombia al conseguir un tiquete a Rusia 2018. Un factor diferencial generó expectativa en los hinchas: el regreso de Falcao a la tricolor y su primer mundial. En 2014, ‘El Tigre’ no pudo hacer parte de los convocados por una lesión de ligamento sufrida con Mónaco meses previos al mundial.
Falcao estuvo en Rusia y un grito de gol que todos tuvimos atorado se pudo desahogar en la segunda fecha. En la primera fecha, el conjunto nacional perdió con Japón por 2-1; luego enfrentaron a Polonia, en un juego en el que ‘El Tigre’ aportó con un tanto en el triunfo por 3-0; y en la tercera jornada vencieron a Senegal por la mínima diferencia.
En octavos de final enfrentaron a Inglaterra. Los rivales empezaron ganando y parecía que la historia de Colombia en Rusia terminaría en los 90, pero un gol de Yerry Mina en tiempo de adición, que generó una euforia inolvidable. “Más bella que un gol al 90″, se dice, y esa sensación de solemnidad quedó por ese gol que alargó lo inevitable. Colombia no pudo alcanzar los cuartos de final, pues cayó por penaltis.🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador