El sueño americano para muchos inmigrantes es una cuesta sin fin, pero para otros, la suma de sus esfuerzos es igual a recompensas. Así es la historia de Juan Alonso, un joven venezolano radicado hace 6 años en Miami con una historia de superación y crecimiento digna de contar.
Al preguntarle por su historia como inmigrante en Estados Unidos, Juan Manuel Alonso Chacin lo primero que piensa es en su tía, quien para él fue una segunda madre y quien hizo lo posible por sacarlo de su casa en Mene Grande, estado Zulia, en busca de un futuro mejor en Estados Unidos.
Su llegada a Miami, sin saber inglés, sin estudios superiores y sin una idea clara de qué quería hacer en la vida, marcó sus primeros meses. Su tía había asegurado su estadía y primer trabajo, de su parte solo había que poner empeño y amor para salir adelante. Sin embargo, Juan Manuel muy pronto descubrió que en Miami había mucho más para él y a unos meses de haber llegado, decidió emprender rumbo propio.
Un cliente de la compañía familiar donde trabajaba haciendo letreros aceptó darle su primer trabajo independiente por un sueldo un poco más alto que el anterior, el cual aceptó feliz, ya que sentía el gran avance que estaba teniendo.
Para su sorpresa, en agradecimiento por las largas jornadas que cumplía y por la diversidad de trabajos que desempeñaba (incluyendo lavar carros y yates) su jefe le pagaba mucho más de lo convenido, así que en pocas semanas pudo rentar un apartamento y vivir solo, compró su primer carro con ayuda de su jefe y con este vehículo trabajaba como conductor de Uber en sus tiempos libres.
La suma de los esfuerzos individuales hacen un gran cambio
La historia de Juan Alonso comenzó a cambiar cuando se dio cuenta de que pequeñas piedritas hacen un gran montón. En pocos meses trabajando no solo logró tener un carro, sino que compró dos más y los rentaba para sacarles ganancia. Esto le permitía ayudar a su familia en Venezuela y tener una vida holgada en Miami, al tiempo que le permitía descubrir que podía hacer más de lo que él mismo creía.
Al cabo de unos meses, no solo su vida había cambiado, su mente también lo estaba haciendo. Así que renunció a ese trabajo que le dio tantas satisfacciones y emprendió un nuevo camino, esta vez para aplicar todo lo aprendido. La llegada de un primo y la búsqueda de un carro para él, le abrió la puerta a grandes oportunidades.
El dueño del dealer no únicamente le vendió un carro para su primo, sino que le dio trabajo y le permitió aprender mucho sobre el negocio.
A pocos meses de trabajar en el dealer, impulsó la apertura de una sede más grande, remodelando la nueva sede y proyectando las ventas que jamás se habían visto en la historia de esa empresa. Pero ser un vendedor no era lo que quería Juan Manuel, así que cuando este negoció despegó decidió empezar de nuevo y esta vez, por su propia cuenta.
Empezando de nuevo donde todo comenzó
En plena pandemia Juan Alonso decidió emprender en un negocio que ya conocía bien, se trataba del negocio en el que trabajó por primera vez cuando llegó a Estados Unidos, la fabricación de letreros. Contactó a proveedores conocidos de la vieja compañía familiar y fue donde todo comenzó.
Buscando un camión para el transporte de los letreros, un amigo le habló de una persona que tenía en venta uno. Al ir a verlo se dio cuenta de que era el camión que había manejado muchas veces en su primer trabajo y sin pensarlo lo compró y lo conservó porque este le recuerda donde todo comenzó. Este negocio le dio estabilidad y comenzó a forjar su nombre en dicho país, ya que este fue el inicio de una lista de empresas en las que hoy es accionista o dueño.
El amor multiplicó su éxito
Casi por casualidad, trabajando en su compañía de letreros, Juan Manuel Alonso encontró el amor. Un compañero miraba el Instagram y de reojo vio la imagen de una mujer que le pareció tan bella que decidió ver el nombre y seguirla en la red social.
Día a día le daba like a sus fotos, comentaba sus post y no recibía respuesta, un día Erika Mejía, la famosa empresaria hondureña, creadora de Lovely Roses y fundadora de WorldStaff; respondió a su saludo y comenzó a escribirse una bonita historia de amor.
Una cita bastó para saber que estaban hechos el uno para el otro. Coincidieron en ideales, visión de negocios y personalidades, así que no quedó más que unirse y formar una familia, que hoy está consolidada.
Mientras tanto, en el plano empresarial, su unión impulsó aún más el éxito de los negocios de Erika y la idea de crear un negocio en conjunto no tardó en llegar. WorldStaff, la primera empresa de Erika, necesitaba un nuevo impulso y tras asociarse lograron expandirla. De tener una sede en Miami, pasaron a fundar juntos las sedes de New York, New Jersey, Dallas, Pensilvania y Minnesota, por lo que al día de hoy la pareja tiene una fructífera vida empresarial.
Juan Alonso es solo uno de los muchos venezolanos con historias inspiradoras, ejemplo para miles de migrantes que trabajan día a día por una vida mejor para sí mismos y toda su familia. Él es la muestra de que cuando se quiere, siempre se puede.