Los brotes de enfermedades endémicas como la viruela del mono y la fiebre de Lassa o el ébola son cada vez más persistentes y frecuentes, advirtió la OMS. En América Latina, los casos de COVID-19 siguen subiendo, por sexta semana consecutiva, y la OPS pide vigilar la aparición de otros virus respiratorios.Cada día e
n Ucrania, de media, más de dos niños mueren y más de tres resultan heridos, asegura UNICEF.
Los brotes de enfermedades endémicas como la viruela del mono y la fiebre de Lassa o el ébola son cada vez más persistentes y frecuentes, advirtió la Organización Mundial de la Salud.
“Solían pasar de tres a cinco años entre brotes de ébola; ahora, con suerte, pasan tres o cinco meses. Definitivamente hay una presión ecológica en el sistema”, afirmó el director de emergencias de la Organización, Michael Ryan.
A medida que el cambio climático modifica las condiciones meteorológicas, provocando, por ejemplo, más sequías, los animales y los seres humanos cambian su comportamiento, incluidos los hábitos de búsqueda de alimentos.
“Desgraciadamente, esa capacidad de amplificar esa enfermedad y trasladarla dentro de nuestras comunidades es cada vez mayor, por lo que han aumentado tanto los factores de aparición como de amplificación de la enfermedad”, añadió
Ya se han notificado a la OMS más de 550 casos confirmados de viruela del mono, procedentes de 30 países que no son endémicos.
La OMS dice que la aparición repentina de la viruela del mono en muchos países al mismo tiempo sugiere que puede haber existido una transmisión no detectada durante algún tiempo.
Hasta ahora, la mayoría de los casos han sido notificados por clínicas de salud sexual que han atendido a hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres.
La OMS insistió en que cualquier persona puede resultar infectada e instó a los países afectados a que amplíen su vigilancia para buscar casos en toda la sociedad.
En América Latina, los casos de COVID-19 siguen subiendo, por sexta semana consecutiva, y la Organización Panamericana de la Salud pide vigilar la aparición de otros virus respiratorios.
La semana pasada se registraron 1.087.390 casos de COVID-19 y 4155 muertes en las Américas. Esto representa un aumento del 10,4% en el número de contagios y un aumento del 14% en las muertes.
La mayor subida de casos se produjo en Sudamérica, con un incremento del 43,1%, y el mayor aumento de muertes se produjo en Centroamérica, con un incremento del 21,3%.
Nuestros sistemas sanitarios aún se están recuperando de los trastornos provocados por la pandemia, pero ahora se enfrentan a otro aumento de los casos de COVID-19, junto con un riesgo creciente de eventos de salud pública actuales, como la viruela del mono, la hepatitis vírica y otras infecciones respiratorias, dijo la directora de la OPS, Carissa Etienne.
En México y Perú se ha registrado un número de casos de gripe mayor de lo esperado, y en Argentina, Chile y Uruguay se han producido más hospitalizaciones de lo habitual.
Chile, Paraguay, Brasil, Ecuador y la República Dominicana también están experimentando repuntes del virus VSR en niños pequeños, que en algunos casos han llevado a la hospitalización.
La OPS pidió que se incremente la vigilancia de estos virus y que se usen los recursos disponibles, empezando por las vacunas.
La pandemia de COVID-19 ha frenado los progresos hacia el acceso universal a la energía, según un informe que proyecta que en 2030 todavía habrá 670 millones de personas sin electricidad.
Actualmente todavía unos 733 millones de personas no tienen acceso a la electricidad y 2400 millones más cocinan con combustibles perjudiciales para su salud y el medio ambiente.
Los confinamientos, los problemas en las cadenas de suministro y el desvío de recursos públicos a otras prioridades han ralentizado los avances.
De seguir a este ritmo, en 2030 el 92% de la población mundial tendrá acceso a la corriente, lejos del 100% que era el objetivo.
La guerra en Ucrania ha complicado los avances encareciendo el precio de la electricidad.
Cuando se cumplen cien días de guerra en Ucrania, UNICEF asegura que la invasión rusa ha tenido “consecuencias devastadoras para los niños a una escala y velocidad no vistas desde la Segunda Guerra Mundial”.
Tres millones de niños dentro de Ucrania y más de 2,2 millones en los países de acogida a refugiados necesitan ayuda humanitaria. Casi dos de cada tres niños se han visto desplazados por los combates.
Artem, tiene nueve años y es de Kharkiv. Ha pasado los tres últimos meses viviendo en un parqueo subterráneo. “¿Por qué debemos quedarnos aquí en un sótano? Porque es más seguro. Afuera es peligroso, porque un misil puede alcanzarnos y no habrá ningún lugar donde esconderse”, explicó a un equipo de UNICEF.
Cada día en Ucrania, de media, más de dos niños mueren y más de tres resultan heridos, principalmente en ataques con armas explosivas en áreas pobladas. La infraestructura civil de la que dependen los niños está siendo dañada o destruida; hasta ahora esto abarca al menos 256 instalaciones de salud y una de cada seis “Escuelas Seguras” apoyadas por UNICEF en el este del país. Cientos de centros educativos en toda Ucrania también han resultado dañados. Las condiciones para los niños en el este y el sur del país, donde los combates se han intensificado, son cada vez más desesperadas.