De acuerdo con la sentencia C-490 de 2011 de la Corte Constitucional, el voto en blanco es “una expresión política de disentimiento, abstención o inconformidad, con efectos políticos” y “constituye una valiosa expresión del disenso a través del cual se promueve la protección de la libertad del elector”.
Para conocer un poco más sobre sus efectos, hablamos con Adriana Otálora, doctora en Estudios Políticos, docente investigadora de la Universidad de La Salle, sobre algunos mitos e inquietudes que surgen a su alrededor: 
Falso. El voto en blanco sí sirve. Nos da la alternativa de sentar una voz de protesta clara frente a los candidatos y de manifestar que ninguno de ellos logra satisfacer los intereses de los electores. Se supone que los partidos políticos deben tener candidatos altamente calificados, y cuando esto no sucede o hay cuestionamientos éticos o de cualquier tipo, la gente no confía en ellos. Mediante el voto en blanco, el electorado exhorta a los partidos políticos otras opciones de candidatos. 
Falso. No es lo mismo, porque el voto en blanco cuenta como otro candidato en la contienda electoral, lo que le exige más a los partidos y candidatos. Si gana el voto en blanco con mayoría absoluta, es decir, si obtiene la mitad más uno (+1) de los votos válidos, las elecciones se deben repetir con candidatos distintos. Por el contrario, los votos nulos o no marcados no cuentan, es como si no se hubiera ejercido el derecho al voto.
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Cierto. Siempre y cuando cumpla con ser mayoría absoluta, es decir, lograr como mínimo el 50% +1 de votos válidos, ante lo cual se debe volver a comenzar todo el proceso con otros candidatos. El voto en blanco es también exigirles a los partidos políticos que tengan que pensar en otras formas de hacer política, en otras representaciones, en otras alternativas que en verdad representen a los ciudadanos y a las ciudadanas.
Ese es el peor mito. El voto en blanco NO se suma a nadie porque este actúa como un candidato más.  
Lo que sí hace el voto en blanco es un contrapeso a los demás candidatos y a los votos que se emiten como nulos o no marcados, que lo que pueden indicar es que los ciudadanos no saben cómo votar, porque no hubo suficiente pedagogía electoral o porque los tarjetones están mal diseñados, o simplemente no encontró una opción que llenara sus expectativas y no cree en las instituciones democráticas, y por eso no lo marcó. 
La diferencia radica en que el voto en blanco cuenta y suma, es una voz de protesta frente a unos candidatos que no cumplen con las expectativas de los electores, mientras que los votos nulos o no marcados no cuentan.
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No. Es importante tener presente, como se dijo anteriormente, que para que el voto en blanco gane debe obtener una mayoría absoluta de votos ( la mitad + 1 uno de los sufragios). Si eso sucede, se repiten las elecciones por una única vez, resultando ganador el candidato que obtenga la mayor cantidad de votos. 
En la vida real es muy difícil que el voto en blanco vuelva a ganar, entre otras razones, porque ya los partidos políticos saben que tienen que brindar otras opciones que les permitan llegar al poder y, además, porque como ciudadanos que vivimos en democracia también debemos confiar en nuestras instituciones políticas, en este caso, los partidos políticos.  
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